Alejandra Pizarnik
Una noche
un silencio enajenante
un frasco con pastillas que promete distancias
una palabra que invita a sumergirte en la locura
unas manos se han convertidos en pájaro herido.
Una mirada que escruta lejanías
un fuego que calcina recuerdos
una luz incapaz de contenerse
una melodía que vulnera la cordura
una soledad que disuelve límites
un paisaje que encandila el sentir
una campana que es grito y sonido
un enigma que precipita profecías
un abismo que es duda y revelación
una metáfora se suicida con palabra filo
alucinados versos retan a la razón
un insólito gozo que asusta a genitales
El pánico se apodera de hipotálamo
se llenan de artificios arterias y venas
enajenadas neuronas olvidan su función hormonal
células con amnesia se matan entre sí
Toman el control dioses y demonios
sutiles seres que aguardaban la ocasión
Un certero golpe hace añicos los cristales
sombras fantasmales oscurecen la tierra
esta vez no hubo pasaje de retorno
apaciblemente la mirada ignora al paisaje
Un haz de luz azul-oscuro reclama lo suyo
se traga de golpe toda forma y sonoridad
un absoluto silencio que no dejará de doler
despoja esa noche al planeta de la poesía.
