sábado, 25 de enero de 2014

Un Viejo Rito

Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

José Luis Borges




Después de 70 años, como cumpliendo un ritual; recorría el barrio de su infancia, un señor de más de 80 años -nació en 1928 -me contó. Habia llegado al barrio después de caminar a pié más de 10 cuadras. En aquella esquina donde me encontraba, sus padres, que descansan en paz -comentó, tenían un negocio. Recordó el viejo sauce del patio de su casa, el arroyo que corría frente a esta, afloraron recuerdos de su infancia, luego de un profundo silencio, lágrimas recorrieron sus mejillas, perdón! con la edad uno se pone sentimental, lloro de emoción -


dijo. Al despedirse, me dió las gracias y se marchó.

Quizás algún día cuando recorra caminos, mucho antes recorridos, recuerde a aquel viejo y que gracias a ese encuentro, supe que son muchos los que añoran sauces, arroyos, seres queridos y, si lágrimas me nublan la mirada, sabré que no lloró sólo por mi, o aquel viejo; sino por todos los humanos que recorren viejos caminos.



Me pareció necesario acompañar este escrito, con un antigüo escrito inspirado en lo mismo:

 "Sentir, que un soplo la vida
que veinte años no es nada"
Tango Volver


Deambulando por antiguas esquinas
de la inocencia compartida,
husmeando por azules espacios
donde danza blanca memoria
asomado por pasajes y callejas
donde pasado se hace presente,
es espíritu que vuelve de futuro
en busca de fantasmas amigos.

Frente a casas vacías
el niño en cuerpo de viejo
recorre veredas de inocencia,
cuando jugar era obligación del día
invisible en universo paralelo
atrapado por sombras de árboles
que saludan a un viejo camarada
veredas cómplices, en Do mayor
traen a memoria travesuras, en Si menor.

Época cuando de espaldas compartían
una luna que nubes espantaba
o corrían detrás de las estrellas
martirizando una pelota de papel,
haciéndole el amor con la mirada
a todas vecinas que pasaban,
compartiendo lirios y amapolas
historias de cometas en fuga o cautivos
fábulas de alturas abismales.

Luminosa historia de niño-niño
(niño que era él, pero no lo era)
que renace con este recorrido
candoroso paisaje de libertad
recuerdo que añora con cariño,
espejo que devuelve su pasado.

Con emoción de agujas y espinas,
alegría de espacios intemporales,
en el corazón, una oleada de ternura
un lívido sopor de no tiempo
y una lágrima que busca redención
para ese cruel enigma del tiempo...
el niño-viejo, sigue su camino.