domingo, 31 de agosto de 2014

Transitando Caminos

Un día recorrí fascinado surcos que formaron otros pies, que a su vez, fascinados los recorrieron. Huellas que relatan viejas historias, de pequeños aventureros escalando cerros, descubriendo aromas, nidos abandonados, vetas minerales que en nuestras cándidas mentes contenían valiosos metales. Embriagados de fantasía y emoción cuando alcanzábamos la cumbre, contemplábamos alucinados la cuidad y la inmensidad de su mar.
Años después con mis pequeños hijos repetí la aventura, con el mismo anhelo, con la misma emoción, quizás sin la intensidad que nos regala la infancia, pero con el mismo gozo que se siente en el pecho, cuando el asombro cotidiano nos invade.

Hoy recorro senderos, que desde tiempos inmemoriales el humano a transitado tratando de descubrir su origen o sentido y, aunque a veces, aquella búsqueda me pareciese inútil, ruego para no dejar de fascinarme en este viaje y sentir el mismo asombro infantil en el pecho cuando se devela la maravillosa mecánica de la vida y presiento su divino orden universal y que nada ha sido en vano.
Acompaño este texto con unos sencillos versos:


Habría que llorar desconsoladamente


Ojala no sea en vano
las manos que se levantan
en invocación ardiente,
menos la canción valiente

ojala no sean vanas
las lágrimas derramadas
por fervoroso creyente,
tampoco el verso paciente

ojala no sea en vano
aquel verbo iluminado
ni la suprema conciencia
menos la clara vivencia

ojala que sea cierto
lo que aquel poeta nombra
su palabra  en el desierto
que la luz cubre la sombra

perdería su sentido
hubiera pasado en vano,
sería brutal sonido
si fue solamente engaño

sería brutal aullido
la prometida esperanza
el paraíso perdido
toda sensible alabanza