A paladas y ladrillos levanto se
el refugio que albergó sus vidas,
entre gritos, ladridos y aullidos
hilvanaron historias de dichas,
dolores, amores y amistades
Corretearon por sus pasillos,
los frutos de tres generaciones,
compartiendo risas, juegos y alegrías,
celebrando fiestas inolvidables
o reuniones de ineludible tristeza.
Como el tiempo siempre cobra lo vivido
se convirtió en silencioso recuerdo
abrazo de esporádicos encuentros
nostálgico recuerdo fantasmal
límite entre presente y pasado.
Un día, la casa de los abuelos,
pasó a manos del mejor postor,
para el solo representaba murallas,
solo un sitio con cuartos y cocina
donde sembrar propias historias.
Y se hizo trizas lo pasado,
pedazos de sueños salpicaron
al vacío, en triste conformidad,
todo el ayer albergado en memoria
convertido en moneda contante y sonante,
se esfumaban en niebla húmeda
los recuerdos de la infancia,
de juventud compartida,
de sonrisas compresivas.
Como la escena final de un film,
que nos entregó un sin fin de sensaciones,
donde poco a poco se desvanecen
las imágenes. Fin de la historia,
nos levantamos... hasta pronto.